domingo, 26 de agosto de 2007

Setiembre: mes de la Biblia

1. Creer que la Biblia es Palabra de Dios

Esta fe es el punto de partida para todo. Es la puerta de entrada. Sin ella, el pueblo ya no tendría ningún interés por la Biblia. La Biblia es Palabra de Dios porque fue inspirada por Dios (ver 2Tim 3,16). Dios es su autor, como nos lo afirma el Concilio Vaticano II, en su Constitución Dei Verbum (n° 11).

Por ser Palabra de Dios, la Biblia tiene autoridad. Junto con la Tradición, ella es para la Iglesia, la suprema regla de su fe (Dei Verbum, 21). La Palabra de Dios está en la raíz de la Iglesia. La Iglesia, la comunidad, depende de ella, como el agua de su fuente. "El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio" (Dei Verbum, 10); debe escucharla y guardarla para poder exponerla fielmente.

Por ser Palabra de Dios, la Biblia nos transmite "fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para nuestra salvación" (Dei Verbum, 11). Por eso, la Iglesia, la comunidad, busca en ella una luz para iluminar los pasos del Pueblo de Dios en el camino de la salvación y de la liberación, pues la Palabra de Dios no está solamente en la Biblia. Dios habla también a través de la vida, de la naturaleza, de la historia. "Dios, creando y conservando el universo por su palabra (ver Jn 1,3), ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo (ver Rom 11,14-20); queriendo además abrir el camino de la salvación sobrenatural, se reveló desde el principio a nuestros primeros padres. Después de su caída, los levantó a la esperanza de la salvación (ver Gén 3,15) con la promesa de la redención; después cuidó continuamente del género humano, para dar vida eterna a todos los que buscan la Salvación con la perseverancia en las buenas obras (ver Rom 2, 6-7)" (Dei Verbum, 3).

Por ser Palabra de Dios, la Biblia tiene una fuerza poderosa para realizar lo que transmite. "Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual" (Dei Verbum, 21). Y esto está sucediendo hoy, sobre todo en las comunidades cristianas de los pobres. Por ser Palabra de Dios, inspirada por Dios, la Biblia cuando "es leída e interpretada en aquel mismo Espíritu en que fue escrita" (Dei Verbum, 12), comunica el Espíritu a los que la leen con fe.

Por ser Palabra de Dios, inspirada por Dios, en cuanto es "leída e interpretada en el mismo Espíritu en que fue escrita" (Dei Verbum, 12), comunica este Espíritu a los que la leen con fe. La Lectio Divina va haciendo que el modo de pensar de Dios se convierta en nuestro modo de pensar. Ayuda a romper en nosotros la falsas ideologías que mantienen prisionera la Palabra de Dios, pues ella nos "comunica el conocimiento de Dios y del hombre. Y el modo como Dios, justo y misericordioso, trata con los hombres" (Dei Verbum, 15). La Lectio Divina debe realizar todo lo que dice San Pablo en sus cartas: "Comunica la sabiduría que lleva a la salvación por la fe en Jesucristo" (2Tim 3,15). "Es útil para instruir, refutar, corregir y formar en la justicia" (2Tm 3,16). Comunica "perseverancia y consuelo" (Rom 15,4) y sirve como "ejemplo e instrucción para nosotros, que vivimos el fin de los tiempos" (1Cor 10,6-11).

martes, 21 de agosto de 2007

Mes de la Biblia 2007


Vie 7 de
setiembre

20 a
22 hs.

Mes de la Biblia
:: Aproximación a la Lectio Divina
"¿Cómo entender el mensaje de la Biblia? La Lectio Divina: un método sencillo y práctico"
A cargo de la Prof. María Gloria Ladislao
Traer Biblia
Informes:
En el Refugio del Peregrino de la Pquia. Jesús Misericordioso - Pedro I. Rivera 4779 / Tel: 4522-3427 / 4521-3153
E-mail: mgloriala@aol.com

lunes, 13 de agosto de 2007

La Lectura de la Biblia en Aparecida


Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo” (DV 9), es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI:
Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de America Latina y el Caribe se disponen a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn.6,63). De lo contrario, ¿Cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios (DI 3). (247)


Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de “autentica conversión y de renovada comunión y solidaridad” (EAm 12). Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización. Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto, la importancia de una pastoral biblica, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra. Esto exige, por parte de obispos, presbíteros, diáconos y ministros laicos de la Palabra, un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea solo intelectual e instrumental, sino con un corazón “hambriento de oir la Palabra del Señor” (Am. 8,11) (248)


Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimento de Jesús-Mesias, a la comunión con Jesús_Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo. Con cuatro momentos (lectura,medicación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del evangelio: Nicodemo y su ansia de vida eterna (Jn.3,1-21), la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (Jn.4,1-42), el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (Jn. 9), Zaqueo y sus ganas de ser diferente (Lc. 19,1-10)… Todos ellos, gracias a este esncuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misiericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesias, sino al mismo Mesias, camino de crecimiento en la “madurez conforme a su plenitud” (Ef.4,13), proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de compromiso con la sociedad. (249)

lunes, 6 de agosto de 2007

Unos criterios estrechos de Iglesia



"...Leo el evangelio, me fijo en el mensaje y movimiento de Jesús, y veo que es muy amplio: el centro de la Iglesia está en el anuncio y venida del Reino de Dios, en el perdón y en el amor, en la acogida de los marginados, en la gratuidad gozosa de la vida compartida… Esos son los valores primordiales de la Iglesia de Jesús, que subsiste en “diversas iglesias” o tendencias eclesiales (de Jerusalén y Galilea, de Santiago y de Pedro, de Pablo y del Discípulo amado, de Antioquía y Corinto, de Roma y de Éfeso…).
Por el contrario, la Congregación para la Doctrina de fe sólo se fija casi sólo en un tipo de “continuidad” ministerial centrada en la “sucesión de Pedro”. Está bien la sucesión de Pedro, que yo vinculo también, históricamente, con la Iglesia de Roma. Pero pienso que la Congregación ha hipertrofiado ese aspecto de la Iglesia, corriendo así el riesgo de olvidar otros aspectos más importantes, que son los vinculados al mensaje de la vida y de la entrega amorosa de Jesús, a la experiencia de la gracia que se abre en amor hacia todos los hombres, al impulso de la trasformación de la humanidad, desde los más pobres… Ellos, los enfermos y pobres, los exilados y desnudos, los hambrientos y encarcelados son el centro de la Iglesia de Jesús (Mt 21, 31-46); en ellos “subsiste” la Iglesia, antes que en la jerarquía..." (Pikaza)