sábado, 10 de julio de 2010

Algunas consideracioens sobre el Padre nuestro



Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

El Padrenuestro es la oración que Jesús enseñó a sus discípulos. No es una oración más entre otras. El Padrenuestro sólo se entiende dentro de la profunda experiencia vivida por Jesús, traducida en su mensaje y en sus obras. En ella podemos descubrir los deseos más íntimos de Jesús y sus aspiraciones más hondas. El Evangelio de Jesucristo, resumido en pocas palabras y traducido al lenguaje vital de la oración. Si captamos bien su contenido y su aliento, captaremos el mensaje más original de Jesús y su espíritu más hondo.
Jesús concibió el Padrenuestro como una oración para ser pronunciada diariamente por sus discípulos, pues recoge y expresa el espíritu con el que ha de vivir su verdadero seguidor.
El Padrenuestro tiene que ver con todas las grandes cuestiones de la existencia personal y social de todos los hombres en todos los tiempos. El centro lo ocupa Dios juntamente con el otro centro que es el hombre necesitado.
En la oración del Señor encontramos prácticamente la correcta relación entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político, manteniendo la unidad del único proceso.
En la primera parte, la atención se dirige hacia el mismo Dios. El orante le grita sus tres grandes deseos: que ese nombre de "Padre" sea glorificado, que su reinado se vaya imprimiendo en el mundo, que se haga cuanto antes realidad su voluntad de salvar al ser humano. En la segunda parte, la mirada se vuelve hacia la vida concreta de los hombres para hacerle a Dios cuatro peticiones vitales. Nuestra vida es frágil, está amenazada por la fuerza del mal y expuesta a peligros permanentes. El orante confía al Padre la existencia concreta de los hombres para pedirle pan, perdón, ayuda ante la tentación y la liberación del mal.
Por eso consideramos el Padrenuestro como la oración de la liberación integral.


Padre nuestro que estás en el cielo,

Dialogamos con un Padre que está en el origen de nuestro ser y que es el destino último de nuestra existencia. Cuando Jesús llama a Dios Abbá, nos revela cuál es el corazón de su relación con él. La actitud de Jesús ante Dios es la del que habla desde la confianza, el afecto y la ternura de un niño pequeño.
Dios es "nuestro", de todos. Nadie ha de quedar excluido. No está ligado a un lugar sagrado. No pertenece a un pueblo o a una raza concreta. No cabe en ninguna religión. Es el Dios de todos. Rezar el Padrenuestro es reconocer a todos como hermanos y hermanas, sentirse en comunión con todos los hombres y mujeres, sin rechazar a nadie, sin despreciar a ningún pueblo, sin discriminar a ninguna raza.
Dios es nuestro Padre querido, bueno con todos, cercano a cada uno, pero no hemos de confundirlo con un padre cualquiera. Un Padre íntimo y cercano, pero que está en el cielo, que es trascendente. Ese "Padre del cielo" es fuente de autonomía, libertad y responsabilidad para construir un mundo más humano y fraterno.
Cuando invocamos a Dios como Padre no estamos pensando en ninguna determinación sexual. Dios no es varón porque se hable de él como Padre, ni es mujer porque se hable de él como Madre.

santificado sea tu Nombre;

Significa para nosotros respetar a Dios, aceptar su presencia misteriosa en nosotros; dejarle a Dios ser Dios, sin pretender manipularlo; hacerle sitio en nuestra vida, en nuestro pensar, sentir y actuar, sin obstaculizar su acción salvadora en nosotros; acogerlo como origen y destino último de nuestra existencia; amarlo como Abbá, Padre querido. Significa, por lo tanto, no hacernos otros dioses, desterrar toda idolatría, reconocerlo como único Señor, sin rendir nuestro ser al dinero, al poder, al sexo o a cualquier otro ídolo; poner solo en él nuestra esperanza, confiar solo en su nombre.
Pero el nombre concreto de Dios es Abbá, Padre. Por eso, santificar su nombre es vivir como verdaderos hijos suyos, acogiendo a todos como hermanos; crear en el mundo unas relaciones más santas, justas y humanas; reaccionar contra todo lo que destruye la dignidad y los derechos de las personas; trabajar por una vida más digna y feliz para todos.

venga a nosotros tu Reino;

Estamos gritando que el Reino de Dios se haga realidad entre nosotros, que llegue su justicia, que se imponga en el mundo su señorío. Pedimos que Dios transforme la realidad entera del mundo y la vida material, espiritual y social de los hombres, para que sea más conforme con los designios de Dios nuestro Padre. Pedimos que el Reino de Dios llegue al mundo entero y también a la Iglesia.
El "Reino de Dios" traerá consigo la verdadera justicia y la paz, la salvación y la felicidad. Entonces desaparecerán el pecado y las injusticias, y se promoverá la liberación y la dignidad de todos.
Si Jesús va expulsando el mal y haciendo la vida de los hombres más sana, más liberada y dichosa, esto indica que Dios está venciendo el mal con el bien y está implantando su Reino. Si Dios reina, reinará entre los hombres la fraternidad, la comunión y la amistad. Los primeros beneficiados con la llegada del Reino de Dios son los indefensos, las víctimas de los poderosos, los marginados, los que no tienen sitio en la sociedad ni en el corazón de los demás. Por otra parte, si reina Dios y su justicia, ya no reinarán entre los hombres como señores absolutos el dinero, la fuerza, las armas, el bienestar o el poder.

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

No le pedimos a Dios que cambie su voluntad para hacer la nuestra; pedimos que "se haga su voluntad", que es, en definitiva, nuestro verdadero bien. Sin embargo, hacer la voluntad de Dios no significa anular nuestra voluntad o disminuirla, sino orientarla hacia nuestro verdadero bien.
Pedimos, por tanto, a Dios que se haga su voluntad en todo lugar y siempre, que nada quede excluido, que nadie se cierre a sus designios, que su voluntad de salvación lo abarque todo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

Pedir pan es gesto propio de pobres que no tienen lo que necesitan para vivir. En la lengua materna de Jesús, el pan significaba "alimento" en general, Cuando pedimos pan a nuestro Padre Dios, le estamos pidiendo lo que necesitamos para vivir.
Pedimos el pan "nuestro", de todos, no el pan mío. Esta petición de pan para todos nos está urgiendo a la conversión. No me puedo preocupar solo de mi pan. No tengo derecho a pensar solo en mi satisfacción y bienestar material, olvidando a esos millones de seres hambrientos y desnutridos que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir. El pan que comemos explotando a los pobres u olvidando a los hambrientos no es un pan bendecido por Dios. Mientras no lo compartamos con el hambriento, no es un pan de Dios, nuestro Padre.
Lo pedimos solo para hoy, no para mañana. Sabiendo que cada día lo necesitamos, pero sin la preocupación por acumular bienes para el futuro.
El pan es signo del amor de Dios que alimenta las vidas de sus hijos e hijas, pero también símbolo del trabajo de hombres y mujeres que, solo con esfuerzo y sudor, lo arrancan de la tierra.
Al pedir el pan de cada día, pedimos también el Evangelio, la Palabra de Dios que alimente nuestro vivir diario. Nuestra petición puede ser más concreta todavía, pues Cristo nos alimenta, sobre todo, desde el pan eucarístico.

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

En el Padrenuestro se considera el pecado como una "deuda", un vacío, una falta de respuesta al don inmenso de Dios. El gran pecado de la humanidad entera es la falta de respuesta a su amor de Padre. Los cristianos todavía no hemos asimilado que, para Jesús, el verdadero pecado es la omisión.
Pedimos a Dios perdón por los pecados de toda la humanidad. Todos necesitamos perdón. Cada uno pide perdón para sí mismo y para los demás. Todos compartimos la inmensa deuda con Dios. Quien reza el Padrenuestro se ve a sí mismo inmerso en una humanidad que está en deuda con Dios.
El perdón de Dios aparece vinculado al perdón que nosotros concedemos a los hermanos. Pronunciar sinceramente esta petición del padrenuestro exige vivir en una actitud práctica de perdón, renunciando a toda venganza, perdonando incansablemente «hasta setenta veces siete» (Mt 18,22), amando incluso a los enemigos y rogando por los que nos persiguen para «poder ser hijos de nuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45).

no nos dejes caer en la tentación,

Pero no se trata de las pequeñas tentaciones de cada día, sino de la tentación de rechazar a Dios, de cerrarnos a su amor, a su Reino y su justicia, para sustituirlo por nuestro propio egoísmo. No suplicamos no ser tentados, sino no sucumbir, no caer en la trampa que se nos tiende en la tentación.
La actitud del creyente ante la tentación ha de ser doble, según Jesús: "Velar y orar". Vigilar significa ser lúcidos, mantenerse despiertos, vivir atentos. Jesús llama a "velar constantemente". Dios no sustituye nuestra responsabilidad.

y líbranos del mal.

Lo que pedimos al Padre es que nos libre del Mal que nos puede alejar del Reino de Dios y de la vida. Lo hacemos sabiendo que somos responsables del pecado que hay en el mundo, pero también víctimas. El pecado y la maldad no están solo en el corazón de las personas. El pecado está ya encarnado en las estructuras y en la misma dinámica de la historia humana.
Quien pide la liberación del mal ha de estar dispuesto a luchar contra él con todas sus fuerzas, siguiendo a Jesús, que no ofreció una doctrina teórica sobre el mal, sino que se entregó a hacer el bien y a liberar a las gentes del sufrimiento, de la injusticia y del pecado.
La primera palabra del Padrenuestro es "Padre"; la última, el "mal". El Padrenuestro es la oración confiada de un hijo que eleva su plegaria al Padre al verse amenazado por el mal. «Padre, líbranos del mal».

Amén.

Significa algo así como "ciertamente", "verdaderamente", "así es", "así ha de ser".

lunes, 21 de junio de 2010

¿Quién es Jesús?



JESÚS EL PROFETA

Jesús, durante su vida pública, suscitó muchas cuestiones: "¿Quién es éste", se preguntaba la gente, los discípulos, los maestros de la Ley. ¿Quién decís vosotros que soy yo", les pregunta el mismo Jesús a los Doce. La respuesta fue siempre la misma: Jesús era un profeta. Lo decía la gente (Mc 6, 15; 8, 27-28; Lc 7, 39, etc). Y lo afirmaba el propio Jesús (Mc 6, 4; Lc 13, 33). Era, pues, común el convencimiento de que Jesús fue un Profeta.
En los evangelios jamás se dice que Jesús fuera el Sacerdote esperado, igual que era esperado el Mesías. Esta doble expectativa (del "profeta" y del "sacerdote") está atestiguada en los documentos de Qumran (1 QS IX 10-11) al igual que en los Testamentos de los XII Patriarcas, escritos que se conocían en Israel en tiempo de Jesús. Pero tan cierto como eso es que Jesús respondió a las esperanzas del "profeta" deseado y esperado. Mientras que de ninguna manera respondió al deseo del "sacerdote" que vendría a restaurar el sacerdocio decadente de aquel tiempo en Israel.
Además, ni Jesús era de familia sacerdotal. Ni jamás actuó como sacerdote. Ni estaba vinculado al personal que servía en el Templo. Ni él fundó un templo aparte, un santuario, un lugar de culto. Ni organizó ceremoniales o ritos religiosos para la gente que le seguía. Ni instruyó a sus discípulos en alguna liturgia original y nueva. Decididamente, el proyecto de Jesús no fue un proyecto sacerdotal, asociado al Templo, al altar, al culto litúrgico.
El proyecto de Jesús fue un proyecto profético. Y en el Evangelio queda patente, una vez más, la antigua y tradicional tensión entre el "sacerdote" y el "profeta".


Las preocupaciones de Jesús

Leyendo los evangelios uno se da cuenta de que las tres cosas que más le preocuparon a Jesús fueron:
1) La salud de las personas.
2) La comida de la gente.
3) Las relaciones humanas de todos con todos.
La prueba más clara de que éstas fueron las tres preocupaciones fundamentales de Jesús está en que los evangelios se ocupan constantemente de estos tres temas. Es de lo que más hablan los evangelios.
Jesús curaba enfermos, participaba en comidas y hablaba de ese asunto con mucha más frecuencia de lo que nos imaginamos, y se referería constantemente a las relaciones de unos con otros. Y es determinante caer en la cuenta de que los evangelios hablan de estas tres cosas más que de la oración, la religiosidad, el culto....
Es más, cuando Jesús se refiere al Padre del cielo, es para justificar sus tres grandes preocupaciones. ¿Qué signidica esto? Al proceder de esta manera, Jesús nos revelaba cómo es Dios y lo que le gusta a Dios.
El Dios que se nos revela en Jesús es el Padre que se preocupa por la salud y el bienestar de todos los seres humanos. Que se preocupa por la alimentación de todos. Y que se interesa, principalmente, por las buenas relaciones de todos con todos.
La salud, la alimentación, las buenas relaciones con los demás, son las primeras preocupaciones de todo ser humano. Con lo cual, cuando hablamos de le Ecarnación de Dios, lo que en realidad estamos diciendo es que Dios ha asumido lo humano. De forma que a Dios, lo encontramos humanizándonos, siendo cada día más humanos, más sensibles a todo lo humano.
Y estas tres preocupaciones tendrían que ser las tres preocupaciones de la Iglesia. Queremos y necesitamos una Iglesia más humana, más interesa por lo que preocupa a todos los humanos, sean de la cultura que sean, o de la religión que sea, o de la mentalidad política que cada cual quiera ser. La Iglesia sigue obsesionada con sus dogmas y sus normas, sus poderes y sus ceremonias...
La Iglesia debe ayudarnos a todos a ser más humanos, más buenas personas, más respetuosos, tolerantes, cercanos al sufrimiento de los demás.

domingo, 16 de mayo de 2010

MARCHA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS



Caminando por la verdad, hacia un Estado Plurinacional
12 al 20 de mayo - 2010

DECLARACION DE LAS NACIONES ORIGINARIAS

Argentina es Plurinacional y Pluricultural. Pre-existimos más de 30 naciones originarias. Esa enorme riqueza cultural, representa: más de 20 idiomas preexistentes al castellanos; Cosmovisiones milenarias que a pesar de más de cinco siglos de represión religiosa mantienen el vinculo y la interdependencia con nuestros mundos naturales; Normas de justicia y convivencia que nos permite mantener un Sistema Comunitario de vida, en muchos territorios donde no llega el Estado; conocimientos, saberes y prácticas que sostienen nuestros sistemas de salud, nuestros sistemas de producción, y nuestros sistemas educativos, que sostienen identidades basados en principios éticos y morales, que pueden ser alternativas para una sociedad que hoy en día está acostumbrada a un sistema basado en la violencia, el consumismo y la explotación de nuestra madre naturaleza.
Sin embargo, esta diversidad cultural que durante 200 años de vida republicana, ha sido menospreciado, Invisible, clandestino, ocultados como un elemento de vergüenza, que hay que disimular. A pesar de ello, los Pueblos Indígenas en Argentina, nos hemos mantenido por la fuerza de nuestra memoria histórica y de nuestras cosmovisiones.
Esta exclusión se refleja con la aparición pública de nuestra imagen en épocas preelectorales o en festivales folclóricos, o en su caso en noticias trágicas, en donde somos víctimas de enfermedades y pestes de otra época.
Pero somos Pueblos Indígenas Originarios, Soberanos en nuestros territorios, tierras y recursos naturales. Territorio, cuyo Ejército Nacional Argentino, financiado por capitales británicos y la oligarquía terrateniente, llego con su carga de muerte, usurpación y destrucción, completando lo realizado por la corona española. Julio A. Roca generó el primer caso de Terrorismo de Estado, apremios ilegales, exiliados, desterrados, tráfico y apropiación de niños y desaparición forzosa de familias, comunidades y Pueblos enteros que aun esperamos la reparación histórica, que a muchas generaciones nos fue negada.
Reparación que no podíamos esperar de los héroes patricios, ni de discriminadores y racistas gobiernos, que se sucedieron hasta el día de hoy. Peor fue la suerte con nuestros pueblos, al caer en manos de gobiernos feudales en provincias donde la impunidad y el abuso de poder son algo que aun no se logra parar.
El reconocimiento jurídico y constitucional que tanta movilización y fuerza indígena exigió, hoy lo tenemos escrito, aprobado y es base para una nueva institucionalidad, de relación de Pueblos Indígena y Estados. Ello nos da una oportunidad histórica de avanzar hacia un Estado que reconozca y consolide un nuevo Estado Plurinacional, que contenga y se fortalezca constituyendo una sociedad pluralista y democrática.
Esta oportunidad que nos brinda la historia, es una forma de hacer una pausa ante el cambio planetario que nuestros mayores y sabios nos anunciaron durante siglos y que hoy se hacen evidentes en la crisis global climática, cultural y social. Nuestra Madre Naturaleza nos llama, nos sacude, nos golpea, para que paremos tanto saqueo irracional. Para estos cambios, no bastan cambios constitucionales. Se requiere un cambio político-cultural, de tiempos y de ética (principios). Un cambio del orden de las cosas, de los símbolos, del lenguaje, de los ritos, de los actos públicos e íntimos de la política.
En este cambio, los Pueblos Indígenas Originarios, nos comprometen a ser actores y sujetos históricos fundamentales.
El Bicentenario debe ser la oportunidad histórica para generar el acto de reivindicación que las naciones originarias esperan en el silencio de sus montes, cordilleras, estepas, valles y montañas. Un silencio que ha sido interrumpido por el tronar de motosierras que todo desmonta, el rugido de topadoras y explosivos de las mineras que todo lo vuelan, el ingreso de petroleras que todo lo envenenan, la penetración de iglesias y sectas que todo lo convierten, partidos políticos y ofertas electorales que quiebran toda la unidad comunitaria.
Para este acto de reivindicación, reparación y restitución histórica, es un buen augurio que sea una mujer Presidente, quien debe responder este desafío con el coraje histórico que requiere. Porque nuestra presencia con clara identidad indígena, a pesar de siglos de represión, explotación y despojo no sería igual, de no haber existido las Micaela Bastida, Guacolda, Juana Zurduy, Bartolina Sisa, Fresia, etc. Hoy, son ellas quienes sostienen la lucha inclaudicable por nuestras cosmovisiones, arte, idiomas, saberes y que son ejemplos de nuestras luchas territoriales.
Ellas también llegaran hasta la misma puerta del poder político en Plaza de Mayo, para oír la respuesta tan esperada de boca de la Presidente Cristina Kirchner. Allí llegarán cientos, miles marchando por nuestra identidad, historia y dignidad. Llegaremos desde los 4 puntos cardinales de nuestros territorios. Ante una población porteña que nos miraran curiosos y asombrados, estaremos los preexistentes. Los que no deberían existir según las profecías liberales y campañas republicanas del siglo XIX. Los que fuimos dados por muertos en la celebración del 1º Centenario.
Pero también estarán hermanos del pueblo argentino, los movimientos sociales, que reconocen a los pueblos indígenas preexistentes, los que reflexionan sobre este Bicentenario, los que cuestionan, los que no se sienten llamados a festejos ni fuegos artificiales, los que saben que vivimos un momento de intensa pulseada con los poderes tradicionales y coloniales, dispuestos a todo por mantener sus privilegios e impunidad. Estos poderes serán los últimos en aceptar lo que se viene, lo que debe ser: un siglo XXI de las identidades plurales, de las ciudadanías, y de naciones preexistentes que conviven en un Estado Plurinacional.

Pacto del Estado con los Pueblos Originarios
para la creación de un Estado Plurinacional

Reparación Territorial
• Decisión política Inmediata para se realice el reconocimiento y restitución a los Pueblos Originarios y sus comunidades de Tierras aptas y suficientes en manos del Estado nacional en jurisdicción de diversos organismos (Ejercito, Parques Nacionales, Universidades, etc.) para paliar la necesidad imperiosa de espacio físico para nuestro desarrollo económico y cultural
• Se reglamente y se aplique con urgencia el Derecho a la Consulta y Consentimiento, reconocido en diversos instrumentos jurídicos, como mecanismo de resguardo y protección de nuestras vidas y territorios.
• Que se ordene la mensura y titulación de todos los territorios comunitarios indígenas, como paso inmediato a la aplicación urgente del “Programa de Relevamiento Territorial – Ley 26.160 y 26.554, bajo el marco legal vigente.
• Decisión Presidencial de aplicar de una vez, la Ley de Relevamiento Territorial aprobada hace 4 años. Esta ley es frenada por los Gobernadores Provinciales, que por proteger intereses de terratenientes y empresarios impiden que se aplique. Pero el Estado nacional tiene plena facultades para implementarla a través de INAI.

Reparación Cultural/Educativo
• Se reconozcan las lenguas Indígenas como lenguas oficiales del Estado Argentino.
• Se reconocen las currículas interculturales, planes de estudios basados en los conocimientos ancestrales, cultura, historia, espiritualidad. y se crea las carreras necesarias al respecto.
• Crear Universidades y/o Institutos de formación educativa autónoma indígenas, con planes de formación sobre cultura, cosmovisión y conocimientos tradicionales.
• Eliminar del calendario oficial el feriado del 12 de Octubre, denominado “Día de la Raza” y promover las fechas sagradas de los Pueblos Originarios (Inti Raymi, Wiñoy Xipantu, Pachamama, etc.)
Reparación de nuestra Pachamama (Madre Naturaleza)
• Se declare la intangibilidad de los Glaciares, fuente sagrada del recurso Agua y se impida el uso industrial contaminante
• Una decisión presidencial que promueva el Tribunal de Justicia Climática y Ambiental que instale la salud y la vida de nuestra Madre naturaleza por encima del Código de Minería, de la destrucción de los desmontes, y del avance destructor de la industria Sojera.
• Deróguese el Código de Minería vigente.

Reparación Económica
• Se crea un Fondo Especial Permanente (Fondo Fiduciario) para contar con el presupuesto suficiente que permita la implementación de los Planes de Vidas que cada Pueblo definirá en sus territorios (Desarrollo desde la Identidad)

Bs As, 30 de Abril de 2010

sábado, 8 de mayo de 2010

"La Iglesia corre el riesgo de convertirse en una subcultura"



El arzobispo de Poitiers ha hablado para Le Monde. El arzobispo de Poitiers, monseñor Albert Rouet es una de las figuras más libres del episcopado francés. Su obra “J’aimerais vous dire” (Me gustaría deciros) Bayard, 2009, es un best-seller en su categoría. Ha vendido más de 30.000 ejemplares, recibido el premio 2010 de los lectores de La Procure (la mayor librería católica de Francia), es un libro de entrevistas que lanza una mirada bastante crítica sobre la Iglesia católica. Con motivo de la Pascua, Rouet nos entrega sus reflexiones de actualidad y su diagnóstico sobre la institución.

La Iglesia católica se ve sacudida desde hace meses por la revelación de los escándalos de pedofilía en varios países europeos. ¿Le han sorprendido?

Me gustaría precisar una cosa primero: para que haya pedofilia se precisan dos condiciones, una perversión profunda y poder. Lo que significa que todo sistema cerrado, idealizado, sacralizado, es un peligro. En la medida en que una institución –incluida la Iglesia- se constituye en base a un derecho privado, se cree en posición de fuerza, ahí son posibles las derivas financieras o sexuales. Es lo que revela esta crisis y ello nos obliga a volver al Evangelio: la debilidad de Cristo es constitutiva de la forma de ser de la Iglesia.
En Francia, la Iglesia no tiene más este tipo de poder, por lo que estamos frente a faltas individuales, graves y condenables, pero no ante un asunto sistemático.

Estas revelaciones llegan después de varias crisis que han jalonado el pontificado de Benedicto XVI. ¿Qué es lo que pone a la Iglesia en apuros?

Desde hace algún tiempo, la Iglesia sufre tormentas internas y externas. Tenemos un papa que es más un teórico que un historiador. Sigue siendo el profesor que piensa que cuando un problema está bien planteado está ya medio resuelto. Pero en la vida, esto no es así; nos enfrentamos a la complejidad, a la resistencia de lo real. Lo vemos claramente en nuestras diócesis donde ¡hacemos lo que podemos! La Iglesia tiene dificultades para situarse en el agitado mundo de hoy. Y ese es el corazón del problema. Me preocupan dos cosas de la situación actual de la Iglesia. Se da hoy en ella una congelación de la palabra. Por tanto, cualquier cuestionamiento de la exégesis o de la moral se juzga blasfemo. El cuestionar es algo que ya no se produce automáticamente y es una pena. Al mismo tiempo, en la Iglesia reina una atmósfera de suspicacia malsana. La institución se enfrenta al centralismo romano que se apoya sobre toda una red de denuncias. Ciertas corrientes pasan el tiempo denunciando las posiciones de tal o cual obispo, haciendo informes contra uno, guardando fichas contra otro. Y esto se intensifica con Internet.
Por otro lado, veo una evolución de la Iglesia paralela a la de nuestra sociedad. La sociedad quiere más seguridad, más leyes; la Iglesia, más identidad, más decretos, más reglamentos. Nos protegemos, nos encerramos. Es la señal misma de un mundo cerrado, ¡y es un desastre!
En general, la Iglesia es un buen espejo de la sociedad. Pero actualmente, en su interior son especialmente fuertes las presiones relativas a la identidad. Hay toda una corriente, que no reflexiona mucho, que ha asumido una identidad de tipo reivindicativo. Después de la publicación en la prensa de caricaturas sobre la pedofilia en la Iglesia, ¡he recibido reacciones dignas de los integristas islámicos con ocasión de las caricaturas de Mahoma! Al aparecer de forma ofensiva, uno se descalifica.

El presidente de la conferencia episcopal, Monseñor André Vingt-Trois, ha vuelto a decirlo en Lourdes, el 26 de marzo: la Iglesia francesa está marcada por la crisis de vocaciones, el descenso en la transmisión de la fe, la disolución de la presencia cristiana en la sociedad. ¿Cómo vive usted esta situación?

Trato de tomar nota de que estamos al final de una época. Hemos pasado de un cristianismo de costumbre a un cristianismo de convicción. El cristianismo se había mantenido sobre el hecho de que se había reservado el monopolio de la gestión de lo sagrado y de las celebraciones. Con la llegada de nuevas religiones y con la secularización, la gente ya no recurre a esa idea de lo sagrado.
Pero ¿acaso podremos decir que la mariposa es “más” o “menos” que la crisálida? Es otra cosa. Por eso yo no razono en términos de degeneración o de abandono: estamos en proceso de mutación. Nos falta calcular la amplitud de esa mutación.
Mire mi diócesis: hace setenta años, tenía 800 curas. Hoy en día, tiene 200, pero también cuenta con 45 diáconos y 10. 000 personas involucradas en las 320 comunidades locales que comenzamos a crear hace quince años. Y eso es mejor. Hay que acabar con la pastoral tipo SNCF (N.T. la Renfe en España). Hay que cerrar algunas líneas y abrir otras. Cuando uno se adapta a la gente, a su manera de vivir, a sus horarios, la asistencia aumenta, también a la catequesis. Y la Iglesia tiene esta capacidad de adaptación.

¿De qué forma?

Nosotros ya no tenemos el personal suficiente para una división territorial con 36.000 parroquias. Y entonces, o bien lo consideramos una desgracia de la que hay que salir a cualquier precio y resacralizamos al cura, o bien inventamos otra cosa. La pobreza de la Iglesia es una provocación para que abramos nuevas puertas. ¿La Iglesia debe apoyarse en sus clérigos o en sus bautizados? Yo pienso que la Iglesia debería confiar en los laicos y dejar de funcionar sobre la base de una división territorial medieval. Esto es un cambio fundamental. Y un reto.

¿Ese reto supone el abrir el sacerdocio hacia los hombres casados?

¡Sí y no! No, ya que imagínese que mañana yo pueda ordenar a diez hombres casados, que los conozco, no es eso lo que falta. No podría pagarles. Deberían trabajar, por lo tanto, y no estarían disponibles más que los fines de semana para los sacramentos. Así regresaríamos a una imagen del cura vinculada sólo al culto. Sería una falsa modernidad.
Sin embargo, si cambiamos la manera de ejercer el ministerio, si su función en la comunidad es otra, entonces sí, podemos considerar la ordenación de hombres casados. El cura no debe seguir siendo el patrón de la parroquia; debe de apoyar a los bautizados para que se conviertan en adultos de fe, debe formarlos, evitar que se replieguen en sí mismos..
Es él [el cura] quien debería recordarles que son cristianos para los otros, no para sí mismos. Entonces, él presidirá la eucaristía como un gesto de fraternidad. Si los laicos siguen siendo menores de edad, la Iglesia no tendrá credibilidad. Ella debe hablar de adulto a adulto.
Usted considera que la palabra de la Iglesia ya no se adapta al mundo. ¿Por qué?
Con la secularización, se formó una especie de “burbuja espiritual” dentro de la cual flotan las palabras. Comenzando por la palabra “espiritual”, que cubre prácticamente cualquier tipo de mercancía. Por lo tanto, es importante dar a los cristianos los medios para identificar y expresar los elementos de su fe. No se trata de repetir una doctrina oficial sino de permitirles decir libremente su propia adhesión.
Frecuentemente es nuestra manera de hablar la que no funciona. Hace falta descender de la montaña al llano y hacerlo humildemente. Para ello se requiere de un gran trabajo de formación, ya que la fe se había convertido en algo de lo que no se hablaba entre cristianos.


¿Cuál es su mayor preocupación sobre la Iglesia?


El peligro es real. La Iglesia corre el riesgo de convertirse en una subcultura. Mi generación estaba apegada a la idea de inculturación, a la inmersión en la sociedad. Hoy en día, el riesgo es que los cristianos se encierren y endurezcan simplemente porque tienen la impresión de estar frente a un mundo de incomprensión. Pero no es acusando a la sociedad de todos los males como alumbramos a la gente. Al contrario, hace falta una inmensa misericordia para con este mundo donde millones de personas mueren de hambre. Nos toca a nosotros amansar a ese mundo, nos toca a nosotros volvernos más amables.

sábado, 10 de abril de 2010

Vamos por mas democracia...


Vamos por mas distribución...

sábado, 3 de abril de 2010

Feliz Pascua-Feliz Resurrección


Obra de Pérez Esquivel. Argentino.

Via Crucis

domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos



martes, 23 de marzo de 2010

24 de marzo-Dia Nacionla de la Memoria por la Justicia y la Verdad



Aun caminan contigo,
Aun caminan conmigo,
Los que nunca se fueron,
Los que nunca se han ido.

Hasta el fin de los tiempos,
Los desaparecidos,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.

Van contigo y conmigo.
No contaban con eso,
No han desaparecido,
No pudieron con ellos,
Ni pudieron contigo.

Aun están con nosotros,
Todavía más vivos,
Nunca desaparecen
Los desaparecidos.

Ellos saltan las rejas,
Ellos salen del río,
Y derriban los muros,
Van contigo y conmigo.
Más allá del silencio,
Más allá del olvido,
Los compañeros nuestros,
Nuestros seres queridos.


Por el juicio y castigo a los militares y a los civiles responsables de la instauración del Terrorismo de Estado. En homenaje a todos los detenidos y desaparecidos NUNCA MAS!!!!!!!!!!!!!!!


San Romero de América



Esta carta de Dom Pedro Casaldaliga fue leída por Jon Sobrino en la Eucaristía conmemorativa de los 30 años del Martirio de Mons. Romero, en catedral.

A los 30 años del martirio de San Romero
Pedro Casaldáliga, obispo



Celebrar un Jubileo de nuestro San Romero de América es celebrar un testimonio que nos contagia de profecía. Es asumir comprometidamente las causas, la causa por las que nuestro San Romero es mártir. Gran testigo él en el seguimiento del Testigo mayor, el Testigo fiel, Jesús. La sangre de los mártires es aquel cáliz que todos, todas podemos y debemos beber. Siempre y en todas las circunstancias la memoria del martirio es una memoria subversiva.

Treinta años se pasaron de aquella Eucaristía plena en la Capilla del Hospitalito.
Aquel día nuestro santo nos escribió: “Nosotros creemos en la victoria de la resurrección”. Y muchas veces dijo, profetizando un tiempo nuevo, “si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Y, con todas las ambigüedades de la historia en proceso, nuestro San Romero está resucitando en El Salvador, en Nuestra América, en el Mundo.

Este Jubileo debe renovar en todos nosotros y nosotras una esperanza, lúcida, crítica pero invencible. “Todo es gracia”, todo es Pascua, si entramos a todo riesgo en el misterio de la cena compartida, la cruz y la resurrección.
San Romero nos enseña y nos “cobra” que vivamos una espiritualidad integral, una santidad tan mística como política. En la vida diaria y en los procesos mayores de la justicia y la paz, “con los pobres de la tierra”, en la familia, en la calle, en el trabajo, en el movimiento popular y en la pastoral encarnada. Él nos espera en la lucha diaria contra esa especie de mara monstruosa que es el capitalismo neoliberal, contra el mercado omnímodo, contra el consumismo desenfrenado. La Campaña de la Fraternidad de Brasil, ecuménica este año, nos recuerda la palabra contundente de Jesús: “ustedes no pueden servir a dos señores, a Dios y al dinero”.

Respondiendo a aquellos que, en la Sociedad y en la Iglesia intentan desmoralizar la Teología de la Liberación, el caminar de los pobres en comunidad, ese nuevo modo de ser Iglesia, nuestro pastor y mártir replicaba: “hay un ‘ateismo’ más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateismo del capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios”.

Fieles a los signos de los tiempos, como Romero, actualizando los rostros de los pobres y las urgencias sociales y pastorales, debemos subrayar en este jubileo causas mayores, verdaderos paradigmas algunas de ellas. El ecumenismo y macroecumenismo, en diálogo religioso y en koinonia universal. Los derechos de los emigrantes contra las leyes de segregación. La solidaridad e intersolidaridad. La gran causa ecológica.
(Precisamente nuestra Agenda Latinoamericana de este año está dedicada a la problemática ecológica, con un título desafiador: “Salvémonos con el Planeta”). La integración de Nuestra América. Las campañas por la paz efectiva, denunciando el creciente militarismo y la proliferación de las armas. Urgiendo siempre unas transformaciones eclesiales, con el protagonismo del laicado, que pidió Santo Domingo, y la igualdad de la mujer en los ministerios eclesiales. El desafío de la violencia cotidiana, sobre todo en la juventud, manipulada por los medios de comunicación alienadores y por la epidemia mundial de las drogas.

Siempre y cada vez más, cuando mayores sean los desafíos, viviremos la opción por los pobres, la esperanza “contra toda esperanza”. En el seguimiento de Jesús, Reino adentro. Nuestra coherencia será la mejor canonización de “San Romero de América, Pastor y Mártir”.


Pedro Casaldaliga




Al servicio del Reino desde una Iglesia sencilla, samaritana y misionera.

domingo, 14 de marzo de 2010

4º Domingo de Cuaresma


El Padre...con corazón de Madre...
y el hijo que estaba perdido...

domingo, 7 de marzo de 2010

3º Domingo de Cuaresma.

sábado, 20 de febrero de 2010

1º Domingo de Cuaresma. Ciclo C



Las tentaciones de Jesús. ¿Que rostros tienen hoy?
La victoria llega por medio de la oración y de la Biblia
Lucas 4,1-13

sábado, 6 de febrero de 2010

Jesus...


...al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos...

domingo, 17 de enero de 2010

Las Bodas de Caná