domingo, 20 de mayo de 2007

La Lectura orante de la BIblia


La Lectio divina es una lectura, individual o comunitaria, de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogida como palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu en meditación, oración y contemplación.

La preocupación de una lectura regular, más aún, cotidiana, de la Escritura, corresponde a una antigua práctica en la Iglesia. Como práctica colectiva, está testimoniada en el siglo III, en la época de Orígenes. Este hacía la homilía a partir de un texto de la Escritura leído cursivamente durante la semana. Había entonces asambleas cotidianas consagradas a la lectura y a la explicación de la Escritura. Esta práctica, que fue posteriormente abandonada, no tenía siempre un gran éxito entre los cristianos (Orígenes, Hom. Gen. X, 1).

La Lectio divina como práctica sobre todo individual está testimoniada en el ambiente monástico muy temprano. En el período contemporáneo, una Instrucción de la Comisión Bíblica, aprobada por el papa Pío XII, la ha recomendado a todos los clérigos, tanto seculares como regulares (De Scriptura Sacra, 1950; Enchiridion Biblicum, 592). La insistencia sobre la Lectio divina bajo este doble aspecto, individual y comunitario, ha vuelto a ser actual. La finalidad pretendida es suscitar y alimentar un "amor efectivo y constante" a la Sagrada Escritura, fuente de vida interior y de fecundidad apostólica (Enchiridion Biblicum, 591 y 567), favorecer también una mejor comprensión de la liturgia y asegurar a la Biblia un lugar más importante en los estudios teológicos y en la oración.

La constitución conciliar Dei Verbum, 25 insiste igualmente sobre una lectura asidua de las Escrituras, para los sacerdotes y los religiosos. Además (y es una novedad) invita también "a todos los fieles de Cristo" a adquirir "por una lectura frecuente de las escrituras divinas la 'eminente ciencia de Jesucristo' (Flp. 3, 8)". Diversos medios son propuestos. Junto a una lectura individual, se sugiere una lectura en grupo. El texto conciliar subraya que la oración debe acompañar a la lectura de la Escritura, ya que ella es la respuesta a la palabra de Dios encontrada en la Escritura bajo la inspiración del Espíritu. En el pueblo cristiano han surgido numerosas iniciativas para una lectura comunitaria. No se puede sino animar este deseo de un mejor conocimiento de Dios y de su designio de salvación en Jesucristo, a través de las Escrituras” [1].



[1] Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia.

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