lunes, 21 de junio de 2010

¿Quién es Jesús?



JESÚS EL PROFETA

Jesús, durante su vida pública, suscitó muchas cuestiones: "¿Quién es éste", se preguntaba la gente, los discípulos, los maestros de la Ley. ¿Quién decís vosotros que soy yo", les pregunta el mismo Jesús a los Doce. La respuesta fue siempre la misma: Jesús era un profeta. Lo decía la gente (Mc 6, 15; 8, 27-28; Lc 7, 39, etc). Y lo afirmaba el propio Jesús (Mc 6, 4; Lc 13, 33). Era, pues, común el convencimiento de que Jesús fue un Profeta.
En los evangelios jamás se dice que Jesús fuera el Sacerdote esperado, igual que era esperado el Mesías. Esta doble expectativa (del "profeta" y del "sacerdote") está atestiguada en los documentos de Qumran (1 QS IX 10-11) al igual que en los Testamentos de los XII Patriarcas, escritos que se conocían en Israel en tiempo de Jesús. Pero tan cierto como eso es que Jesús respondió a las esperanzas del "profeta" deseado y esperado. Mientras que de ninguna manera respondió al deseo del "sacerdote" que vendría a restaurar el sacerdocio decadente de aquel tiempo en Israel.
Además, ni Jesús era de familia sacerdotal. Ni jamás actuó como sacerdote. Ni estaba vinculado al personal que servía en el Templo. Ni él fundó un templo aparte, un santuario, un lugar de culto. Ni organizó ceremoniales o ritos religiosos para la gente que le seguía. Ni instruyó a sus discípulos en alguna liturgia original y nueva. Decididamente, el proyecto de Jesús no fue un proyecto sacerdotal, asociado al Templo, al altar, al culto litúrgico.
El proyecto de Jesús fue un proyecto profético. Y en el Evangelio queda patente, una vez más, la antigua y tradicional tensión entre el "sacerdote" y el "profeta".


Las preocupaciones de Jesús

Leyendo los evangelios uno se da cuenta de que las tres cosas que más le preocuparon a Jesús fueron:
1) La salud de las personas.
2) La comida de la gente.
3) Las relaciones humanas de todos con todos.
La prueba más clara de que éstas fueron las tres preocupaciones fundamentales de Jesús está en que los evangelios se ocupan constantemente de estos tres temas. Es de lo que más hablan los evangelios.
Jesús curaba enfermos, participaba en comidas y hablaba de ese asunto con mucha más frecuencia de lo que nos imaginamos, y se referería constantemente a las relaciones de unos con otros. Y es determinante caer en la cuenta de que los evangelios hablan de estas tres cosas más que de la oración, la religiosidad, el culto....
Es más, cuando Jesús se refiere al Padre del cielo, es para justificar sus tres grandes preocupaciones. ¿Qué signidica esto? Al proceder de esta manera, Jesús nos revelaba cómo es Dios y lo que le gusta a Dios.
El Dios que se nos revela en Jesús es el Padre que se preocupa por la salud y el bienestar de todos los seres humanos. Que se preocupa por la alimentación de todos. Y que se interesa, principalmente, por las buenas relaciones de todos con todos.
La salud, la alimentación, las buenas relaciones con los demás, son las primeras preocupaciones de todo ser humano. Con lo cual, cuando hablamos de le Ecarnación de Dios, lo que en realidad estamos diciendo es que Dios ha asumido lo humano. De forma que a Dios, lo encontramos humanizándonos, siendo cada día más humanos, más sensibles a todo lo humano.
Y estas tres preocupaciones tendrían que ser las tres preocupaciones de la Iglesia. Queremos y necesitamos una Iglesia más humana, más interesa por lo que preocupa a todos los humanos, sean de la cultura que sean, o de la religión que sea, o de la mentalidad política que cada cual quiera ser. La Iglesia sigue obsesionada con sus dogmas y sus normas, sus poderes y sus ceremonias...
La Iglesia debe ayudarnos a todos a ser más humanos, más buenas personas, más respetuosos, tolerantes, cercanos al sufrimiento de los demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con esta reflexión.
Gracias.
Celia A Fresno