martes, 8 de julio de 2008

Jesús, el hombre libre



La libertad es la experiencia esencial de la vida humana. El tema de la libertad es fundamental para entender el Evangelio, porque el mensaje de Jesús es un mensaje liberador (Jn.8,31-32.36).

Entonces ¿Qué se entiende por libertad? Para muchos es libre el que puede hacer lo que quiere. Pero muchas veces quien cree hacer lo que quiere no es libre, es esclavo. Ej.: El alcohólico es esclavo de la bebida. Hay muchos que desconfían de la libertad porque piensan que es el origen de todos los males, y prefieren la represión y el control porque piensan que es la garantía del bien. Pero, ¿qué es la libertad?…

La libertad tiene dos aspectos: el externo (libertad de, ausencia de coacción externa, hacer lo que quiero) y el interno (libertad para, ausencia de ataduras dentro de la persona, libertad interior, disponibilidad)

La libertad es la condición indispensable para la realización del hombre. Cuando más libre es alguien para los otros y para Dios, más se convierte en persona. El hombre se realiza en la medida que es el mismo, y no lo que los otros quieren hacer de el.

La experiencia nos enseña que son muchos los condicionamientos que nos dominan, somos el resultado del sistema y no de nosotros mismos. En nuestra cultura el amor es muchas veces sometimiento a personas o a instituciones. La obra maestra del poder consiste en hacerse amar. Así la sumisión parece el valor fundamental de la vida, y la libertad se vuelve sospechosa. Algo similar pasaba en tiempos de Jesús donde la Ley era el valor fundamental y no la libertad.

Jesús apostó por la libertad, un acto de suprema valentía religiosa y social, que le implicó jugarse la vida. Se opuso a toda forma de opresión y sometimiento del hombre y la mujer (Mc. 3,1-6).

Jesús se mostró libre ante la Ley (Mc. 2,23-28), ante la familia (Mc. 3,31-35), ante el templo (Jn. 4,21-24), ante las costumbres de su tiempo (Lc.7,36-50). Incluso ante la muerte que se acercaba, Jesús la enfrentó libremente (Jn.10,17-19). Jesús murió abandonado de todos, y sintió el abandono del mismo Dios (Mt. 27,46). Murió sin la recompensa del consuelo. Su libertad fue total.

Jesús fue un hombre soberanamente libre. Su libertad resultó intolerable para los hombres de su tiempo.

Pero la libertad de Jesús no fue libertinaje. Su libertad fue la negación del libertinaje. Jesús no buscó su propio interés (Mt.4,1-11 / Mt.27,38-43), su comodidad o la satisfacción de su propio egoísmo. La libertad le costó la vida a Jesús (Mc.10,45).

El ejemplo de Jesús nos dice que la lucha por la libertad es la tarea central de la vida, porque donde hay disponibilidad para servir. Luchar por la libertad externa e interna es la tarea central de la vida que permite realizarse verdaderamente al hombre (Lc.22,42)

La libertad de Jesús es la denuncia contra nuestro egoísmo. El hombre se encadena constantemente a personas, situaciones y cosas mediante la fuerza de vida y atracción de sus dinamismos más profundos, sus miedos y sus deseos. El hombre se encierra en su necesidad y pierde la capacidad de amar.

Los vicios, la comodidad, el orgullo, el instinto de poder, la soberbia son algunas de las cadenas (Jn.8,34-35). Pero también los individuos pueden perder su libertad cuando se encadenan a instituciones, partidos políticos, club de fútbol, instituciones religiosas, normativas o tradiciones.

¿Cómo las instituciones nobles nos pueden esclavizar? Hay que recordar que como las personas, las instituciones pueden enfermarse. Por ejemplo: una fundación creada para ayudar a los más pobres, que con el paso del tiempo gasta más en mantener a sus empleados y sus bienes que en asistir a los pobres esta enferma. Si un sujeto se identifica acriticamente con una institución, se hace solidario de sus fines y de sus patologías. Y el individuo pierde su libertad.

En una institución religiosa el problema es más difícil de resolver, porque se identifica a la institución con la voluntad de Dios. El sujeto pierde su discernimiento, su disponibilidad y su libertad. El amor se confunde con sometimiento y la libertad es el peor enemigo. El sujeto tiene buena voluntad, pero la perversión objetiva no puede ser peor.

Jesús se enfrentó a la institución religiosa de su tiempo, la criticó duramente, quebrantó sus normas, se opuso a sus dirigentes, enseño cosas que resultaban provocativas y escandalosas. Jesús comprendió que las instituciones pueden transformarse en un fin en si mismos, proponiendo sus propios intereses y no la voluntad de Dios.

Jesús se situó libremente frente al sistema social de su tiempo: la familia, el dinero, los ricos, los marginados, los gobernantes.

La tarea central de la vida es la lucha por la libertad, donde el hombre se juega su destino y su identidad. Jesús fue plenamente libre y por eso fue plenamente hombre. (Mt.23,1-36 / Mt.21,12-13)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este tema merece ser reflexionado por muchos. Me encanta. Quisiera que se haga en un video o presentación para llegar a más personas. Yo voy a intentarlo. Gracias.