Breve historia de la Lectura orante
El primero en utilizar esa expresión fue Orígenes (185-254), quien afirmaba que para leer
«Al leer |
La sistematización de
«Cierto día, durante el trabajo manual, al reflexionar sobre la actividad del espíritu humano, de repente se presentó a mi mente la escalera de los cuatro peldaños espirituales: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los monjes suben desde la tierra hasta el cielo. Es cierto, la escalera tiene pocos peldaños, pero es de una altura tan inmensa y tan increíble que, al tiempo que su extremo inferior se apoya en la tierra, la parte superior penetra en las nubes e investiga los secretos del cielo (...).
La lectura es el estudio asiduo de las Escrituras, hecho con espíritu atento. La meditación es una actividad diligente de la mente que, con ayuda de la propia razón, busca el conocimiento de la verdad oculta. La oración es el impulso ferviente del corazón hacia Dios, pidiendo que aleje los males y conceda cosas buenas. La contemplación es una elevación de la mente sobre sí misma que, pendiente de Dios, saborea las alegrías de la dulzura eterna»
En el siglo XIII, los mendicantes intentaron crear un nuevo tipo de vida religiosa más comprometida con los pobres e hicieron de
En los siglos posteriores a
El Concilio Vaticano II recuperó, felizmente, la anterior tradición e instó, con insistencia, a los fieles a leer asiduamente
«El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, la lectura asidua de
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